El barranco de la Virgen se sitúa al oeste de Valleseco y aún conserva
fragmentos relícticos de lo que fuera el antiguo bosque de lauráceas de
Gran Canaria, aquella Selva de Doramas a la que cantó Bartolomé Cairasco de Figueroa.
El otoño en Gran Canaria es una estación invisible, sin embargo cuando
visitamos lugares tan remotos como el Barranco de Crespo o el Barranco
de La Virgen, y en general la zona de alta de Valleseco, descubriremos
el amplio cromatismo de los árboles caducifolios, acercándonos a una
sinfonía de colores que nos indica la llegada del otoño. Castaños,
nogales, álamos, robles, plátanos, adornan nuestro otoño y aunque no son
árboles autóctonos su carácter caducifolio es un auténtico espectáculo
en rutas como ésta.